Carta de un niño futbolista a su papá:
Querido papá, seguro que esta carta tiene algunas faltas, porque sigo
confundiendo la ese con la ce y de los acentos nunca me acuerdo, pero sé como
se escribe fútbol… así que me vas a entender…
Quiero que sepas que me gusta que me acompañes todos los domingos a los
partidos y que me lleves a los entrenamientos, que sepas que te siento cerca por
todas esas cosas que haces por mí. Quiero que sepas que te quiero mucho…
Pero también quiero que sepas que hay cosas que no hago, porque no se hacerlas, no porque no quiera. Porque soy un niño, papá. Por eso me equivoco. Porque soy un niño.
¿Sabes papá? No te enojes, pero…
No me gusta que me grites desde la grada del campo.
Me da vergüenza que me digas lo que tengo que hacer delante de mis compañeros.
No me gusta que mi entrenador escuche tus gritos, él ya me dijo lo que tengo que hacer en el partido.
Tampoco me gusta que le grites al árbitro, él no me hizo nada… y si me hubiera
hecho algo… no lo insultes en mi nombre, porque yo no lo insultaría.
Quiero que todos mis compañeros jueguen, incluso los que saben menos que yo.
No me gusta que te enfades cuando me sacan para que entre otro. Los que entran son mis amigos.
Esto es un juego papá, quiero divertirme.
¿De verdad tú sabias hacer todo lo que me pides que yo haga?
¿De verdad tú le pegabas con las dos piernas?
¿De verdad eras tan buen jugador como me cuentas?
Yo sé que nunca me mentiste, así que quiero que recuerdes esas mañanas de
domingo, cuando eras niño y trates de ponerte en mi lugar.
Yo sé que me amas como a nadie, pero a veces tanto cariño lastima, papá.
Yo no quise fallar el gol. Yo quise marcarlo… pero no supe.
¿Te acuerdas quien es Ignacio? Mi amigo que hace natación.
Me contó que los padres no le gritan cuando nadan porque él no puede escuchar abajo del agua. Y me contó también que lo que dice el árbitro no se discute, que nadie le dice a un árbitro que le está robando, y me contó que aplauden mucho al que llega el último, y que nadie se puede mover del agua hasta que no llega el último nadador.
Y Joaquín –que juega a Rugby- me contó que cuando terminan el segundo tiempo empieza el tercer tiempo y se juntan los dos equipos, cantan y festejan. Dice que en el primer y segundo tiempo se preparan para ser jugadores de rugby y en el “tercer tiempo” para ser “hombres de rugby” y Fede que juega al baloncesto dice que…
No, yo no quiero cambiar de deporte, quiero jugar al fútbol, porque el fútbol es el
mejor deporte que existe, papá.
Pero quiero tener el derecho de no ser campeón, el derecho de no tener que salvar a mi familia con un pase con el exterior, el derecho a que no me llamen mariquita si no devuelvo una patada, el derecho a no ser una futura estrella de televisión, el derecho a que no le digan al compañero mujercita porque llora en el partido.
Todavía somos niños, papá.
Quiero que recuerdes que nunca me preguntaste que deporte quería practicar…es más ni si quiera me preguntaste si quería practicar algún deporte.
Me regalaste una pelota y una camiseta cuando apenas sabia caminar y diste por entendido que me gustaba el fútbol… está bien, no te preocupes, claro que me gusta el fútbol, no fallaste papá, es el mejor deporte de todos.
Pero quiero que sepas que hay mañanas que no tengo ganas de levantarme, que a veces estoy cansado, que no me han enseñado a hacer todo lo que saben hacer los grandes, no han tenido tiempo de enseñármelo.
Quiero que sepas que no soy un hombre chiquito, soy un niño jugando a un juego de niños.
Y sobre todas las cosas… quiero seguir jugando al fútbol y que estés siempre a mi lado para llevarme a los campos, hasta el día en que empiece a llevarte yo.
Porque a pesar de todo lo que te conté en la carta, el fútbol y tú, sois dos de las
mejores cosas que me han pasado.
Quiero que sepas que me gusta que me acompañes todos los domingos a los
partidos y que me lleves a los entrenamientos, que sepas que te siento cerca por
todas esas cosas que haces por mí. Quiero que sepas que te quiero mucho…
Pero también quiero que sepas que hay cosas que no hago, porque no se hacerlas, no porque no quiera. Porque soy un niño, papá. Por eso me equivoco. Porque soy un niño.
¿Sabes papá? No te enojes, pero…
No me gusta que me grites desde la grada del campo.
Me da vergüenza que me digas lo que tengo que hacer delante de mis compañeros.
No me gusta que mi entrenador escuche tus gritos, él ya me dijo lo que tengo que hacer en el partido.
Tampoco me gusta que le grites al árbitro, él no me hizo nada… y si me hubiera
hecho algo… no lo insultes en mi nombre, porque yo no lo insultaría.
Quiero que todos mis compañeros jueguen, incluso los que saben menos que yo.
No me gusta que te enfades cuando me sacan para que entre otro. Los que entran son mis amigos.
Esto es un juego papá, quiero divertirme.
¿De verdad tú sabias hacer todo lo que me pides que yo haga?
¿De verdad tú le pegabas con las dos piernas?
¿De verdad eras tan buen jugador como me cuentas?
Yo sé que nunca me mentiste, así que quiero que recuerdes esas mañanas de
domingo, cuando eras niño y trates de ponerte en mi lugar.
Yo sé que me amas como a nadie, pero a veces tanto cariño lastima, papá.
Yo no quise fallar el gol. Yo quise marcarlo… pero no supe.
¿Te acuerdas quien es Ignacio? Mi amigo que hace natación.
Me contó que los padres no le gritan cuando nadan porque él no puede escuchar abajo del agua. Y me contó también que lo que dice el árbitro no se discute, que nadie le dice a un árbitro que le está robando, y me contó que aplauden mucho al que llega el último, y que nadie se puede mover del agua hasta que no llega el último nadador.
Y Joaquín –que juega a Rugby- me contó que cuando terminan el segundo tiempo empieza el tercer tiempo y se juntan los dos equipos, cantan y festejan. Dice que en el primer y segundo tiempo se preparan para ser jugadores de rugby y en el “tercer tiempo” para ser “hombres de rugby” y Fede que juega al baloncesto dice que…
No, yo no quiero cambiar de deporte, quiero jugar al fútbol, porque el fútbol es el
mejor deporte que existe, papá.
Pero quiero tener el derecho de no ser campeón, el derecho de no tener que salvar a mi familia con un pase con el exterior, el derecho a que no me llamen mariquita si no devuelvo una patada, el derecho a no ser una futura estrella de televisión, el derecho a que no le digan al compañero mujercita porque llora en el partido.
Todavía somos niños, papá.
Quiero que recuerdes que nunca me preguntaste que deporte quería practicar…es más ni si quiera me preguntaste si quería practicar algún deporte.
Me regalaste una pelota y una camiseta cuando apenas sabia caminar y diste por entendido que me gustaba el fútbol… está bien, no te preocupes, claro que me gusta el fútbol, no fallaste papá, es el mejor deporte de todos.
Pero quiero que sepas que hay mañanas que no tengo ganas de levantarme, que a veces estoy cansado, que no me han enseñado a hacer todo lo que saben hacer los grandes, no han tenido tiempo de enseñármelo.
Quiero que sepas que no soy un hombre chiquito, soy un niño jugando a un juego de niños.
Y sobre todas las cosas… quiero seguir jugando al fútbol y que estés siempre a mi lado para llevarme a los campos, hasta el día en que empiece a llevarte yo.
Porque a pesar de todo lo que te conté en la carta, el fútbol y tú, sois dos de las
mejores cosas que me han pasado.